Por Carmelina
Labourt
Hoy quiero honrar
la memoria de uno de mis personajes favoritos, considerado como un ícono
mundial por su defensa en favor de la libertad e inspirar al mundo con su labor
humanitaria, dejando un importante legado de paz e igualdad.
No ha existido
probablemente en la política de nuestros tiempos, una figura más popular,
admirada, amada y universalmente respetada que el abogado y político
Sudafricano Nelson Mandela, primer presidente de raza negra en dirigir el Poder
Ejecutivo, Premio Nobel de la Paz.
Elegido de forma
democrática mediante sufragio universal, ostentando el cargo desde el 10 de
mayo de 1994 hasta el 14 de junio de 1999.
Su resistencia
contra el apartheid marcó un antes y un después en la historia, sistema que
imponía la clasificación de las personas por su color y prohibía el casamiento
entre las gentes de diferentes etnias. También, forzaba a las personas de
determinada raza a trabajar en ciertas actividades y a vivir en zonas
designadas.
27 años en
cautiverio no endurecieron su corazón. Al contrario, esto lo impulsó a trabajar
incansablemente en contra de la segregación racial en su país de origen,
fomentando la creación de una Sudáfrica no racial, no sexista y democrática.
A pesar de los
grandes desafíos a los que se enfrentó, bajo ningún concepto, abrazó el odio.
Todo lo lo contrario, eligió el perdón por encima del resentimiento y construyó
puentes hacia el enemigo.
Muchas veces con
sentido del humor y siempre abrigando la dignidad como estandarte, pero
finalmente, la noche del jueves 5 de diciembre de 2013, una infección pulmonar
venció a los 95 años, al hombre que marcó un hito en la historia universal.
Su generosidad,
valentía, inteligencia, humildad y espíritu de lucha debe ser conocido por las
presentes y futuras generaciones, y por supuesto, emulado por los líderes
globales.
Sin duda,
«Madiba», como también se le conoce, es uno de esos hombres que nació para
ocupar un lugar honorífico en la historia y finalmente lo logró, al convertirse
en un sinónimo de la lucha por los derechos humanos y un defensor de la paz,
negándose a utilizar métodos violentos para lograr sus objetivos.
Estadista,
humano, luchador por la libertad, la paz y la reconciliación, más allá de
fronteras geográficas o generacionales.
La historia de Nelson Mandela no importa el tiempo
transcurrido, escapa a los límites de cualquier narración, porque supera la
propia ficción. Sin embargo, su huella en el mundo no sobrevivirá al olvido.
La autora de este articulo, Carmelina Labourt,
es periodista,
egresada de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD).
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