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lunes, 6 de septiembre de 2021

El Narcotráfico en América Latina

Por: José David Contreras Cuevas

A mediados de la década del 1980, en los Estados Unidos se puso en marcha varias medidas de la naciente política antidrogas para frenar la ola de violencia que se había desatado a causa del consumo de crack-cocaína en toda esa nación norteamericana. Para 1968, cuando Ronald Reagan era presidente anunció por primera vez, que las drogas eran unas amenazas en materia de seguridad del país, convirtiéndose en un problema de preocupación para ellos.

Ese momento fue crucial porque marcó el modelo actual de las políticas antidrogas de los Estados Unidos, hasta nuestros días, contra el tráfico de drogas ilícitas, a partir de ese paradigma Washington tiene un objetivo general que es reducir la oferta y tráfico de drogas hacia su territorio con dos estrategias distintas y divorciadas de su propio enfoque.

La primera estrategia es el deseo de buscar atajos y soluciones rápidas a la lucha contra las drogas al interior del país, que lo ha llevado a un mal sin precedente en el consumo de drogas en Estados Unidos.

Para Latinoamérica, se aplica la segunda estrategia que es la disminución de la oferta de drogas, especialmente de cocaína y heroína mediante restricciones a la producción en los países de origen y el decomiso de los cargamentos en tránsito. Fracaso.

Reducir la oferta a través de una legislación rígida y hacer que el tráfico sea más peligroso y costoso, impactarían directamente en una disminución  en la producción, aumentado así los precios, este razonamiento a provocado la no obtención del desempeño deseado en la guerra contra el narcotráfico en el Continente Americano y en el propio Estados Unidos, una disuasión como esta no ha afectado la compra de drogas por parte de los Estadounidenses.

Con esto nos apoyamos para decir que la incautaciones de cargamentos de drogas no han podido con la estabilidad y los bajos precios que se oferta y peor aún la demanda es mayor, cuando su principal campaña de comunicación es que la oferta de las drogas continúa fuerte y presente.

Los Estados Unidos proporcionan apoyo y capacitación de las fuerzas militares a los países dispuestos a prestar colaboración, el cual no ha reportado los resultados esperados para detención y el control de la lucha contra las drogas y esto lo único que ha provocado es una mayor militarización y como consecuencia la expansión de la armada estadounidense y la influencia en los gobiernos que habían cooperado y por ende  esta situación ha provocado fuertes disgustados en las relaciones diplomáticas con la Casa Blanca.

Una decisión inapropiada ha sido calificar América como el enemigo con el que hay que luchar en contra de las drogas y no concentrarse en las raíces estructurales del problema, que es la extrema pobreza y las débiles economías e instituciones civiles de estos países, que apenas su presupuesto estatal dan para resolver problemas sociales.

Además los cinco países Océano Pacífico, entiéndase Perú,  Bolivia, Ecuador, Colombia y México, están con una sola disyuntiva, la democracia o la seguridad, lo que genera que brinda el carácter ilegal de esta actividad que en algunos casos tienen mejores armas y elementos tecnológicos que nuestros policías. Con el agravante de que la tecnología y las habilidades están del lado de los promotores de este flagelo social.

Estos nos indica que todos estos años de luchase han perdido por el plan aplicado para reducir el narcotráfico, lo que obliga a un urgente cambio en la política anti-drogas de los Estados Unidos hacia Latinoamérica, y de Latinoamérica hacia los Estados Unidos, porque las actuales políticas sólo tienden a modificar los actores que participan en el mercado del narcotráfico. Al tiempo que los cerebros de este mercado nunca son identificados y solo se localizan y apresan a sus empleados. Cosas vere  des, sancho.         

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